Spanish Contemporary Art Network

'Olivares, desde, su pintura es capaz de transmitir una visión más sosegada, y no por ello menos sagaz, de nuestro entorno. Recurre como medio a la abstracción, con un guiño quizá hacia lo que Simmel denominaba el “nivel más óptimo para asimilar la vida metropolitana”, aunque en este caso se orientaba hacia la modernidad.

Su abstracción, lejos de quedarse solamente en lo formal, en la gestualidad corporal del movimiento expresionista o del informalismo más epidérmico, va más allá, busca la esencia de algo que encontramos en el mundo real, en las experiencias diarias. “No busco lo trascendente, busco algo más cercano, cotidiano y sincero. Un instante huidizo, destellos cotidianos, pequeñas emociones que incitan a pintar. En este sentido,

la pintura está muy cerca de lo que acontece, del fluir permanente de las cosas”...../.....

Para Juan Olivares el estímulo surge del paseo, de ese perderse entre el tejido habitual de las cosas, caminando a la deriva en una actitud cercana al moderno flâneur baudelaireiano, a la revisión más transicional que de esta figura desarrolló Benjamin. La ciudad, el recorrido urbano, con todos sus inputs externos, con el

colapso de imágenes y la violencia de los mass media, se convierte en el plano a desenmascarar por Olivares que, desde una perspectiva vitalista y desinteresada rescata de la amnesia diaria sensaciones, experiencias inapreciables al primer golpe.

Tanto sus lienzos de grandísimas dimensiones, como sus dibujos y collages, parten de una sensación real, de situaciones y elementos objetivos, un semáforo, una luz, un ruido, incluso de objetos volumétricamente consistentes, andamios, estructuras metálicas, que pasando por el filtro de la subjetividad del artista se

convierten a través de la pintura, del acrílico y el esmalte, en verdades autónomas e independientes, en mundos paralelos que viven por sí mismos sin la necesidad de retomar el concepto creativo originario para adquirir sentido sintáctico, para poder ser asimilados y traducidos por el espectador-receptor. Ante esta práctica y modelo creativos viene a la mente el famoso lienzo de Mondrian Broadway Boogie Woogie, expresión del ritmo puro, de la aceleración de la ciudad de los rascacielos, la metrópolis por excelencia del imaginario de la modernidad. Las obras de Juan Olivares, producto y consecuencia de un momento menos inocente

y más descreído, de desengaño generalizado, simpatizan también con referentes de la pintura como Uslé, Xavier Grau o incluso el americano Jonathan Lasker.

Una paleta fuerte como la suya, de colores estridentes, atrevidos, combinada con los enérgicos movimientos del trazo, corporalmente gestuales, podrían tender hacia el desequilibrio compositivo, fomentando un desbordamiento de la fuerza expresiva en detrimento de una calma analítica y, sin embargo, la precisión de los vacíos, la combinación de las formas en suspensión, la sabia articulación geométrica, nos aportan esa tranquilidad necesaria para compensar los opuestos, adquiriendo el equilibrio. Como artista concienciado de su contemporaneidad experimenta y estruja las posibilidades de su disciplina, buscando a través de ella nuevas formas de comunicación. La obra como texto-testimonio siente la necesidad de traspasar los límites, de abrirse e ir más allá en busca de una verdad vedada, del meollo de lo aún por conocer.

Olivares con sus Esculturas de suelo tiende a redimensionar las fronteras bidimensionales del medio pictórico haciéndolas permeables y transitables, acercándonos a una tridimensionalidad aprehensible. El espacio se convierte aquí en el soporte mismo del color y la forma, la pintura sale del marco para convertirse en el espacio mismo. Interregno paralelo que redescubre, en un

espacio interior acotado –el de la galería–, aquella situación externa originaria que promovió la creación del cuadro. De este modo la obra misma, el espacio creado por la pintura, permite apropiarnos de las percepciones exteriores y aparentemente unipersonales del artista.

El trabajo de Juan Olivares resulta maduro, contundente, acorde con el pasado y de lleno en el presente. Testimonio que surge airoso y libre de las trabas que propugnan tanto la tradición más sólida como la actualidad más líquida, y que nos transporta a través de la contemplación y vivencia a ese recodo de calma que

hace posible la reflexión e interpretación del ahora.'

Lola Goitia.